…Sus blancos casi de nácar, casi de perlas,
…Sus negros casi de terciopelo, a veces de petróleo, a veces de carbón,
…Sus grises casi de humo, casi de alabastro,
…Sus verde casi de jade,
…Sus azules casi de lapizlázuli,
…Sus rojos, casi de lava,
y así podríamos seguir eternamente….tocando cada color con su emblemático correspondiente.
Mas allá de lo ya sabido, acerca de su expresionismo abstracto, Sara es dueña de una impronta, de una marca muy particular: el manejo del color tridimensional, el color puesto al servicio del tacto.
Cada una de sus pinceladas, de sus arrastres, es una apuesta a la textura.
Logra transparencias casi vítreas, casi de cristal.
Sara juega con efectos de refracción y reflexion, cual alquimista especializado en efectos ópticos, que mediante prismas y ángulos maneja hacia dónde dirigir los reflejos de sus luces.
Hay espacios donde el óleo parece tallado por el efecto de profundidad; nos convence que esta tibio; nos convence que es áspero; o que es suave y tierno; nos convence que es resbaladizo; nos convence de sus fracturas; nos convence que esta burbujeando.
Recorre sus obras milimétricamente dejando huellas tridimensionales. Y eso da cuenta de un manejo muy íntimo y armónico de los vinculos afectivos que despierta en los espectadores una complicidad trascendente.
Sara raspa y despliega en su material concavidades y ebulliciones.
Ningún color es ingenuo; está puesto deliberadamente lleno de cuerpo, de volumen, de plasticidad; a veces estirándose hasta alcanzarnos; a veces compacto a punto de explotar. Y ella sabe como transmitirnos tanta emoción ….no sólo es el manejo de la luz o de las sombras, de fríos o de cálidos …., sino supera la técnica de la iluminación para darle a cada milímetro un reflector propio en cada gota de óleo.
Textura, tridemensionalidad, perspectiva y volumen pueden ahondar o despegar; pueden brotar o deslizarse con un movimiento sutil que simplemente marca donde hay un hueco, una concavidad o un hundimiento.
Sara sabe donde ubicar los protagonistas de sus obras; sabe cómo sostener sin invadir; sabe cómo priorizarlos sin competencias; sabe bordearlos sin recortarlos.
Sara sabe qué debe quedar como huella traslúcida o como materia con cuerpo.
Porque puede oscilar en perspectivas lejanas o en fragmentos recortados de una materia que esta ahí provocándonos a acariciarlas para ver e indagar sus componentes.
Se puede recorrer cada una de sus manchas minuciosamente que algo habrá alli para ver …un tono, una luz, una pizca de color ….nítida o esfumadamente.
Cada imagen
logra un efecto de superficie que solo la naturaleza evidencia:
estrías, estratos, emulsiones amalgamadas y otras heterogéneas, borbotones espesos,
elementos facetados o granulosos, todo queda representado como es o cómo podría
llegar a ser o cómo su autora quisiera que fuesen.
Efectos de color,
travesuras de análogos y complementarios quedan rematados con títulos viscerales,
empatitos que buscan y sobre todo efectivizan la intención de conmovernos
En cada uno estará el
desafió de interpretar su obra…. lo que sí queda garantizado es que logra inevitablemente movilizar
nuestros sentidos.
Y en esto consiste la
generosidad de su autora: compartir con nosotros toda su maestría.
Quizás Sara haya
viajado al centro de la tierra para conocer su magma, quizás se haya zambullido
en el fondo del océano, quizás haya atravesado cada capa de lo que la rodea,
quizás se haya disuelto en sus corrientes, en definitiva es ése su misterio y
es esa su confidencia.
Lic. Adriana Pérez Pontieri
MN 9726
y Artista Plástica
Setiembre de 2010
Canto de vida y esperanza, 2010; óleo sobre tela con texturas visuales, 150 x 180 cm.
Esta crítica generosamente me la brindó por sorpresa Adriana, que es una gran admiradora de mi obra.